Perversos
Relatos
Dividido
en cinco relatos, este libro retrata muy bien las distintas perversiones de la
sociedad contemporánea. Con un ritmo trepidante y un lenguaje directo, el
lector se enfrenta, de entrada, con cinco historias que le enrostran la
violencia institucional y emocional incubadas en una posmodernidad cada vez más
atroz.
El
título del libro proviene del primer relato, Perversos. Le siguen La cueva de
Floyd, Conversación con salmones blancos, Amores santos y El fiscal asesino. En
una verdadera copulación de géneros (teatro dentro del teatro en Conversación
con salmones blancos, relatos dentro del relato, etc.) y con personajes que
provienen de la calle, de la iglesia Católica o del circuito judicial
capitalino, el autor desnuda la doble moral y la inmundicia que se ceba en las
instituciones y los hoyos negros de la ciudad.
Al
duro y sin guantes (“relatos salvajes” los denomina el autor) y dentro de ese
registro que muchos, tal vez un tanto descaminados, llaman realismo sucio
enmarcado en relatos negros o policiacos, Desinach demuestra, sin pudor, que la
literatura está hecha con vísceras y líquidos vitales: Pablo Morfo camina entre
lujuria y crimen; un sacerdote se explaya en el masoquismo con Raquel, un trans
que pasa de varón a mujer y que fuera sodomizado por aquel; una oficinista es
sometida a los bajos instintos de un fiscal de la República, criminal confeso.
Todo
lo anterior transita por sitios comunes de la ciudad (sodas, restaurantes
chinos, bares, oficinas burocráticas, moteles, etc.) y con personajes
corrientes (parteras, estudiantes, oficinistas, sacerdotes, fiscales…). Por
supuesto, esa aparente realidad esconde los bajos fondos de la ciudad donde se
cometen los más atroces crímenes y se desnudan las vivencias perversas de
personajes que se presentan como “ciudadanos decentes”, pero en privado dan
rienda suelta a sus más salvajes instintos. Todo ello con el corte de líneas de
droga y de cruces y cocteles alcohólicos.
Lo que
llama la atención es el punto vista de una narrador omnisciente que a veces se
torna protagónico y, sin decir agua va y con cámara al hombro, pasa de una
situación a otra con una literalidad y linealidad de tiempos y espacios
pasmosos, sometidos a su prolífica y alucinante visión de auténtico
cuentahistorias. He aquí un realismo tropical que bien podríamos denominar como
sucio a la tica.
Faustino
Desinach, desde su largo oficio de fotógrafo, nos presenta cinco cortos
cinematográficos de una realidad episódica y trepidante donde del poder, el
sexo y el crimen adquieren notoriedad abrazados en la danza macabra de una
época signada por el mercado y la lascivia de la oferta y la demanda. Es decir,
en una sociedad global y periférica donde todo se corrompe, porque todo,
absolutamente todo, se convierte en mercancía.
Adriano
Corrales Arias
http://semanariouniversidad.ucr.cr/suplementos/relatos-salvajes/
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